EN RECONSTRUCCIÓN

jueves, 30 de octubre de 2014

LA CONTAMINACION DE MUSTAFA

El hogar y el catecismo le enseñaron a Juancho  hacer el bien, así aprendió la  convivencia humana donde “el prójimo” era su hermano, el vecino” su amigo, su madre” la más  grande bendición. Juancho no mentía, no engañaba, no robaba, no jodía.

Su madre, Chepita, era una mujer chaparrita, chispita y jovial, vestía  falda de manta, con caminar  vaporoso,  cabello liso, de mirada inquieta,  lucía sus sandalias y con su pulcro delantal despachaba tamales sin cesar.

 

Haciendo el bien Chepita  le dijo a  Juancho: “Dando es como se recibe hijo”, llévale estos huevos a doña Celina, ese achiote a doña Andrea y cuando regreses, llévale esa medida de café a tu tío Chando, que  vive solo y dile que es café de las tres acabadas, ¿Cómo así mamá? dijo Juancho, y le respondió mama Chepita: “acabado de tostar, acabado de moler y acabado de hacer mijo.” Juancho bien mandado como milagro de Dios, así como llevaba y traía en su pueblo de armonía.

Juancho creció haciendo bien y mientras crecía y crecía, a su pueblo llegó un día una diáspora del mundo de otra raza que lo invadía,  imponiendo a su tierra sus baratijas vender con la intención de desplumar.- En la carrera  humana por llegar a mejor fortuna, Juancho perdió su mejor tesoro, “hacer bien, dar y servir sin ver a quién” y así hizo familia y otras cosas aprendió y enseñó.

Un día, un tal Mustafa venido de esas tierras, al que le apodaban “El Turco”, se estableció muy cerca de la casa de Chepita y Juancho en cierta ocasión visitó su Tienda en busca de un pantalón  para su Nandito de siete años, que ya a Juancho le crecía.
 
EL Turco zalamero lo hizo pasar  y después de preguntarle  le ofreció lo pedido por Juancho, ningún pantalón le quedaba al niño.  Juancho al ver la poca oferta de la tienda con sus baratijas, estaba por retirarse  en busca de otro almacén, cuando “El Turco” con su habilidad engañosa le dijo: Llévate  este baisano, que le queda un poco apretadito pero te lo dejaré más baratito, vale diez pesitos, te lo dejo a cinquito aunque pierda un poquito, te lo llevas por la mitad del precio, tú eres mi baisano y sales ganando, no me importa perder.

Juancho  dijo: “Esta es una ganga, me la llevo”, pidiendo al turco que se la envolviera. En la primera lavada el pantalón encogió a la mitad y Juancho enfadado, fue al  Turco Mustafa a reclamar, quien esté le respondió con  viveza: “Pero baisano, no seas bruto, no es el pantalón que ha encogido, no vez  que es tu niño es el que ha crecido  en la semana”.- Juancho dijo: “En eso no había  pensado baisano, tenes razón.”

Al día siguiente, Juancho vendió el pantalón a un vecino  quien al día siguiente le reclamó por el mismo pantalón y Juancho al “Estilo de Mustafa” le respondió; “Querido baisano no es el pantalón el que encogió es tu cipote  que creció, véndeselo a otro para que recuperes lo pagado.” INICIANDO LA CADENA DE CONTAMINACIÓN DEL AVARO MUSTAFA.

Mientras la noble Chepita que todo lo veía y con el corazón lo razonaba, cuando vio a Juancho y a Mustafa estafar, hincada en el altar rezó un “Padre Nuestro” al Dios del universo para que la salvara de no contaminar.

POR: AUGUSTO HERNANDEZ ZAVALA
Y CARLOS AUGUSTO HERNANDEZ ALVARADO

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