A Pancha la tamalera, le mataron
a su hijo Juancho, en una callejuela de
la capital, le apodaban el Toro por que trabajaba sin parar, Pancha lo llora a
cantaros y con desconsuelo, y en medio
del dolor grita: ¡Por qué me lo mataron si era bueno! La gente con terror, por la muerte del buen
hombre, mira el cuadro de horror y con
la boca apretada se traga el comentario. ¡No aguantamos más!
La policía haciendo alarde de
función, cubre la escena para no
contaminar y Pedro el amigo del Toro, observa y se pregunta ¿Quién
contamina a quien? Un cámara toma los casquillos de la A K. 47. Se
conoce el nombre del muerto y el forense lo arrebata para dictar de que murió,
alargando a Pancha en sufrimiento y a la vecindad, al hechor la noche se lo
llevo, y el oficial contaminado exclama: ¡Le daremos investigación, sin
ajuste de cuenta más!
El Fiscal, un nuevo expediente,
se esconde la justicia, sigue el espanto de la impunidad y la prensa
gotea sangre.
Por Augusto Hernández Zavala
Carlos Augusto Hernández
Alvarado
25/1/2011.
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