EN RECONSTRUCCIÓN

martes, 6 de enero de 2009

Cuba: 50 años de Revolución

por Ron Ridenour
(Rebelión y Tlaxcala / Traducción de Manuel Talens)

I. Solidaridad

“La bandera de nuestra república debería ser tricolor como la
escarapela con que los patriotas franceses llenaron de terror a los
tiranos. La formarán franjas azules y blancas como las nubes y el
cielo de nuestra Cuba. Sea una estrella la divisa que nos guíe a un
venturoso porvenir.” (Gaspar Betancourt y Cirilo Villaverde, 1848)

Medio siglo después de que los guerrilleros revolucionarios entrasen
victoriosamente en La Habana, organizaciones estatales y de militantes
están preparando las celebraciones en todo el país. Miles de
activistas solidarios y amigos de todo el mundo se unen a ello. Además
de celebrar, muchos quieren saber qué viene ahora: ¿seguirá Cuba el
camino de China o desarrollará todavía más sus raíces socialistas?

Entre 1987 y 1996 trabajé para la Editorial José Martí y la agencia
Prensa Latina y he hecho largas visitas a la Isla en 2006 y en la
actualidad. He escrito cinco libros y cientos de artículos sobre Cuba.
Para comprender la Revolución cubana hace falta toda una vida de
estudio. Por el momento, trataré solamente de narrar mis impresiones
de una parte de su realidad. Una descripción definitiva o un análisis
están fuera de mis capacidades.

“Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la
humanidad”, decía una valla publicitaria, la primera que recuerdo
haber visto a mi llegada en 1987 y que expresaba la moralidad con la
cual se inició esta revolución y sus actos en casi la mitad del
planeta. En un reciente programa educativo, retransmitido por la
televisión cubana, el reverendo Lucius Walker, líder de Pastores por
la Paz, se refirió a estos 50 años de práctica solidaria como lo que
Jesucristo habría querido que la raza humana emulase: un apoyo
constante a los pobres, los hambrientos, los sedientos, los enfermos,
los explotados y los encarcelados. Walker deseaba que su país,
Usamérica, tomase el testigo del ejemplo viviente cubano.

La ética solidaria de la revolución empezó en su propia casa. Desde el
principio, el racismo fue oficialmente abolido en el país. Los
pequeños agricultores y quienes quisiesen llegar a serlo recibieron
hasta cinco caballerías de tierra cultivable (13,42 hectáreas por
caballería) en cumplimiento de lo prometido durante la lucha armada
contra el dictador Batista. Raúl Castro, el nuevo presidente de Cuba,
acaba de ampliar aquel decreto en una o dos caballerías para aumentar
la producción. El resto de la tierra, que se compró a sus propietarios
(nacionales e internacionales), fue convertido en enormes granjas del
pueblo y pequeñas cooperativas estatales. En años recientes casi todas
las granjas del pueblo han sido reconvertidas en cooperativas más
productivas, tanto privadas como estatales.

El analfabetismo fue pronto eliminado con la ayuda de 100.000 jóvenes
escolares que enseñaron a leer al 23% de los analfabetos de la nación.
Sin demora, todos los niños estuvieron escolarizados gratuitamente,
mientras que antes de la revolución el 44% de los niños en edad
escolar no iban a la escuela primaria y sólo el 17% alcanzaba la
secundaria. En estos 50 años casi un millón de estudiantes han
obtenido títulos universitarios en 65 universidades y más de 400.000
cursan estudios universitarios en 3150 localidades de 169
municipalidades. Bajo el régimen de Batista había sólo 20.000
estudiantes en tres universidades estatales y una privada.

La revolución puso en marcha de inmediato un sistema sanitario
nacional totalmente gratuito. Los resultados estadísticos muestran su
importancia para todos y cada uno de los cubanos. En 1959, la
mortalidad infantil era de 78,8 por 1000 nacimientos; en 2007 había
descendido a 5,5. La esperanza de vida era de 62 años. Hoy está en 77.
En 1959, después de que la mitad de los 6000 galenos de la nación
huyeran del país después de la victoria revolucionaria y tras la
eliminación de la medicina privada, había sólo un médico por cada 1800
habitantes. Hoy, con 75.000 médicos licenciados desde la revolución y
con 11,5 millones de habitantes, la tasa es de un médico por cada 150.
Sin embargo, casi la mitad de estos facultativos cumplen servicio en
misiones extranjeras en 68 países y varios centenares han desertado a
otras tierras en busca de mayores oportunidades económicas. Esto
supone una enorme carga para los 30.000 médicos que trabajan en el
país, que deben ocuparse de un mayor número de pacientes.

Cuba produce 12 de las 13 vacunas que se inoculan a cada uno de sus
niños. La nación tiene una excepcional y moderna industria
biotecnológica y ha desarrollado fármacos y vacunas extraordinarias,
entre ellas la única que existe contra la meningitis B.

La revolución también es célebre por su excelente desarrollo deportivo
y cultural, por sus soberbios atletas, músicos, cineastas, escritores,
por su ballet.

Los trabajadores y los agricultores del país establecieron también un
programa solidario destinado a servir y producir no sólo para su
propio beneficio, sino para el de toda la nación. A principios de los
años sesenta se experimentó con dos formas de sistema económico. Uno
de ellos fue impulsado por el idealista revolucionario Che Guevara, el
otro por Carlos Rodríguez, uno de los líderes del Partido Comunista,
que no había tomado parte en la lucha armada. En los esfuerzos para
crear el "hombre nuevo", en la producción económica y en el proceso de
las decisiones políticas hubo avances y retrocesos.

Solidaridad internacional

La exportación de "capital humano", tal como el Estado denomina a sus
misiones humanitarias, empezó en 1963 en África y América Latina y,
más tarde, en el Caribe y en otras partes del mundo, asistiendo a los
pueblos en sus necesidades sanitarias y educativas, así como
ayudándolos a alejarse de la dominación del imperialismo explotador.
Cuba proporciona más ayuda internacional médica humanitaria que todos
los países de Naciones Unidas juntos a través de la Organización
Mundial de la Salud.

Hoy, cerca de 100.000 profesionales médicos, maestros, instructores
deportivos, técnicos y consejeros ejercen su misión en 104 países.
Sólo en el terreno de la medicina, más de 10 millones de personas en
67 países han sido tratadas por facultativos cubanos durante esta
década. Millones de personas han recibido ayuda en países afligidos
por desastres naturales, como Pakistán en 2006, un aliado militar de
Usamérica. La nueva Operación Milagro, creada por Cuba, ha devuelto la
vista a medio millón de pacientes ciegos en 25 países sólo desde el
año 2004. Con los beneficios petroleros de Venezuela y los médicos de
Cuba y los que está formando en Venezuela, el plan de los dos países
debe curar a 10 millones de latinoamericanos en la próxima década. Su
ceguera se debe principalmente a la desnutrición y este plan coincide
con programas progresivos para aumentar la producción nacional de
alimentos por medio de cooperativas y pequeñas granjas populares.

Poco antes del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela, en
2002, los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez ya habían empezado a
planear la creación de una alianza socioeconómica y política regional
basada en la ayuda mutua y el trueque. La Alternativa Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América (ALBA) inició su andadura en 2005. Hoy,
con seis países miembros –Nicaragua, Bolivia, Honduras y la República
Dominicana son los otros cuatro– hay proyectos en marcha por valor de
varios miles de millones de dólares y esto incluye también el petróleo
venezolano vendido a bajo precio a dichos países y la recién formada
alianza PetroCaribe.

Fue Fidel quien concibió dichos programas y alianzas de orientación
socialista cuando recibió a un Chávez recién liberado tras pasar dos
años en prisión por haber dirigido la insurrección en 1992.

El pasado 15 de diciembre, el presidente Raúl Castro citó las palabras
de su hermano en su discurso durante una ceremonia en Venezuela en
honor de los logros del ALBA es un programa futuro: "El siglo venidero
es para nosotros el siglo de la esperanza, el siglo de la resurrección
del sueño bolivariano, el sueño de Martí, el sueño de América Latina”.
Y concluyó: "Los sueños del ayer empiezan a volverse realidad".

Otros importantes aspectos de la generosa solidaridad de Cuba son su
ayuda militar a otros pueblos para la obtención o el mantenimiento de
su soberanía. Así fue especialmente en el caso de Angola, que tuvo
importantes efectos colaterales en Namibia y Sudáfrica. Entre 1975 y
1990, Cuba envió 300.000 soldados voluntarios a Angola para ayudarla a
defenderse del invasor gobierno sudafricano del apartheid, apoyado por
Usamérica. Trataban de imponer brutales grupos contrarrevolucionarios,
que hubieran apoyado al imperio.

El pasado diciembre, durante la cumbre de 33 países latinoamericanos y
del Caribe en Brasil, Raúl Castro comentó el papel de Cuba en África.
Una vez garantizada la soberanía de Angola, la liberación de Namibia
quedó también asegurada y esto ayudó de forma significativa a la lucha
interna por la liberación de los negros sudafricanos, pronto seguida
de la liberación de Nelson Mandela, quien luego viajó a La Habana para
expresar su gratitud por la solidaridad de Cuba.

Esta cumbre de Brasil fue especialmente importante para Cuba. De las
diversas alianzas latinoamericanas, el Grupo de Río es un importante
foro político que ha incluido a Cuba entre sus miembros. Fidel Castro
no pudo asistir, pero debido a su histórico papel como líder clave de
la Revolución cubana y presidente elegido entre 1976 y 2007 (cuando
por razones de salud dejó paso a su hermano), recibió el más atronador
aplauso de todo el foro. El histórico papel que ha jugado Cuba en la
promoción de la soberanía y la integración de Latinoamérica y las
palabras concisas y certeras del presidente Raúl Castro ocuparon las
páginas principales de los periódicos de Brasil, México y la mayoría
de Latinoamérica durante el encuentro.

El buen humor de los líderes latinoamericanos expresó bien el nuevo
viento de liberación que sopla en este continente. Su mensaje es:
ahora que el imperio entra en decadencia no podrá detenernos.

Además de exportar solidaridad y de su papel fundamental en la
integración del continente, Cuba ofrece amplias y avanzadas
oportunidades educativas gratuitamente a decenas de miles de
estudiantes de otras latitudes. En años recientes, una nueva Facultad
de Medicina, la ELAM, está dedicada a los estudiantes extranjeros de
30 países, entre ellos usamericanos pobres.

Sin embargo, hay muchos cubanos descontentos de la amplia y costosa
política de solidaridad de su país. Debido a la doble economía –una de
ellas en pesos cubanos y la otra en moneda convertible– existe una
brecha cada vez mayor entre los nuevos ricos y los nuevos pobres. Los
bienes racionados a bajo precio son demasiado escasos y no alcanzan
para cubrir las necesidades muy básicas de la vida cotidiana. La
mayoría de los cubanos se ganan la vida en pesos y esto crea
divisiones en la población e incluso animosidad en el interior de la
profesión médica, puesto que los facultativos que trabajan en la isla
están pagados en pesos mientras que los "voluntarios" en misión
extranjera reciben una recompensa pecuniaria que permite a muchos
regresar a casa con utensilios de lujo y otros bienes imposibles de
obtener con pesos.

Cuba es la tierra de mi corazón y por eso soy sincero cuando cito sus
imperfecciones. No es posible amar y confiar en un pueblo si uno
esconde sus problemas y sus defectos.

II. Los retos del futuro

Setenta días después de la victoria revolucionaria cubana, el Consejo
Nacional de Seguridad operante bajo la presidencia de Eisenhower-Nixon
emitió una directiva el 10 de marzo de 1959 para imponer “un cambio de
gobierno en Cuba”. Se tomó esta decisión precisamente porque los
jóvenes dirigentes cubanos habían iniciado una política de solidaridad
entre los seres humanos. Una semana más tarde el presidente Eisenhower
ordenó que la CIA preparase a exiliados cubanos para una invasión de
su país, tal como puede leerse en el libro de Eisenhower The White
House Years: Waging for Peace [sic] 1956-1961.

Conforme los aviones usamericanos volaban sobre La Habana lanzando
bombas, Fidel Castro declaró ante unas masas entregadas que la
Revolución cubana era de carácter socialista. La invasión de la Bahía
de Cochinos en 1961 había comenzado. Tras su rápido fracaso el
presidente John Fitzgerald Kennedy instituyó el bloqueo de la Isla,
que aún perdura.

En 1967, el presidente Lyndon B. Johnson, enredado por aquel entonces
en una guerra contra los pueblos de Indochina, le confesó a un
periodista: “Estábamos metidos en un asunto criminal en el Caribe”.
Dijo esto tras enterarse de que la CIA había hecho uso de la mafia
para tratar de asesinar a Fidel Castro. La CIA también envenenó seres
humanos, animales y cosechas y aterrorizó a la población por tierra y
aire (véase mi libro Backfire: The CIA’s Buggest Burn, Editorial José
Martí, La Habana 1991).

Los lectores conocen de sobra la historia de la subversión yanqui
contra la Revolución cubana, que yo menciono aquí sólo de pasada con
el único fin de establecer los antecedentes de por qué las ideas
marxistas originales de democracia política y control popular y, de
igualdad económica sin privilegios de ningún sector no han podido
implementarse, especialmente tras la caída de la Unión Soviética y de
los demás socios comerciales de Cuba en el Comecón. Además de los
ataques externos, que han distorsionado el desarrollo, hay que señalar
decisiones adversas tomadas por el gobierno de la nación y realidades
del subdesarrollo.

Ahora, sin embargo, al cabo de casi dos décadas de la caída del
Comecón y conforme Cuba empieza a celebrar el 50 aniversario de la
Revolución, la Isla es el único país socialista que queda en el
hemisferio occidental (y quizá en todo el mundo, dado que China y los
países de la antigua Indochina se han convertido casi por completo en
economías capitalistas). Cuba mantiene sus raíces socialistas y su
ideología marxista, a pesar de que las concesiones que se vio obligada
a hacer durante el Período Especial, con medidas capitalistas
adoptadas por pura supervivencia, han creado desigualdad: una brecha
cada vez mayor entre los nuevos pobres y los nuevos ricos.

“ Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede
destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí,
nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”, dijo Fidel el 17
de noviembre de 2005 refiriéndose a las consecuencias de una doble
economía y de la descomposición de la moralidad y la conciencia política.

Las cuatro áreas de mayor descontento popular son: a) la doble
economía, con dos tipos de moneda; b) la excesiva dependencia de las
importaciones y la escasa producción nacional; c) la perpetua escasez
de viviendas, que ha empeorado en 2008 a causa de la masiva
destrucción de los ciclones y d) la insignificante mejora en el poder
de decisión de los trabajadores, con pocas excepciones.

Buena parte de la población está desilusionada. Roba y se mete en
chanchullos simplemente para resolvel necesidades básicas y muchos
caen en el pozo del consumismo y de la avaricia personal. Estos
crecientes sectores de la sociedad han rechazado la consigna de la
revolución –en palabras del Che–: “ La aspiración revolucionaria
última y más importante: ver al hombre liberado de la alienación”.

La “nueva clase” de la que habló Fidel hace tres años incluye a
agricultores privados y artesanos de todo tipo que trabajan por su
cuenta, buena parte de los cuales se hacen pagar en moneda
convertible, y a los que reciben grandes sumas de dinero de familiares
que viven fuera del país, así como a una creciente subclase de ladrones.

Quienes se ven obligados a vivir exclusivamente con pesos cubanos no
pueden permitirse adquirir productos básicos como champú o jabón,
ropa, maquinaria, electrodomésticos o incluso suficiente comida, por
no mencionar materiales para reparar sus viviendas, que no se
encuentran en establecimientos donde se paga en pesos. La cantidad de
productos ofrecidos con la cartilla de racionamiento subvencionado es
insuficiente para sobrevivir. La gente, sobre todo en las ciudades
grandes, se ve obligada a buscar la manera de suplir sus escasos ingresos.

Omar Everleny, un distinguido economista, me ha confesado: “No es
posible estimular a la gente durante toda la vida con moralidad, con
propaganda revolucionaria, con antimperialismo. Están cansados de eso
y tienen que comer. Por supuesto, todos acuden a la plaza de la
Revolución en las manifestaciones, pero cuando regresan a sus casas
exigen que el Estado les dé lo que necesitan...”

Por ejemplo, casi todas las tiendas de La Habana ahora sólo venden sus
productos en moneda convertible (los cuc, Cuban Unit Currency). La
radio más barata cuesta 13 cuc y lo peor es que sólo funciona con
pilas. Cuando compré la mía me dijeron que no tenían pilas... Terminé
por encontrarlas, a 6 cuc, después de recorrer quince tiendas. El
precio total que pagué, que equivalió a 456 pesos cubanos (el cuc se
cambia a 24 pesos), es el doble del salario mínimo mensual.

Por las calles se ven jóvenes que nunca han trabajado y que gastan más
dinero bebiendo cerveza en una tarde que toda la pensión de un mes de
un jubilado. Esos mismos adolescentes a menudo llevan sudaderas que
ensalzan el capitalismo y el imperialismo usamericanos, el FBI o el
ejército imperial, cuya base ilegal en territorio cubano es un centro
de tortura. Algunos de esos jóvenes se peinan el pelo con brillantina,
llevan los pantalones a media nalga y parlotean con teléfonos móviles
que cuestan más de comprar y mantener que en el Occidente capitalista.
Cuando les pregunté a algunos de ellos por qué se comportaban así, me
replicaron que porque “está de moda”. Puede que sea así en nuestro
mundo decadente, pero hay muy pocos en Cuba que tengan dinero para
adoptar ese estilo de vida incluso si quisieran. ¿Y por qué deberían querer?

Y hay muchos más coches y motos en las calles que nunca antes, y menos
bicicletas. La mayoría de los coches son privados y las piezas y la
gasolina se pagan en cuc. El precio de la gasolina es tan elevado como
en Europa y el doble o más que en Usamérica. Y el Estado vende
bicicletas de China sólo en cuc.

La fuga de cerebros al mundo capitalista, que el gobierno califica de
lamentable, es un fenómeno en alza, pero también existe en el plano
interno. Cada vez hay más propietarios de vehículos –sobre todo de los
viejos coches de los años cincuenta– que los utilizan como taxis.
Algunos lo hacen legalmente, con licencia, pagando impuestos y seguro,
pero muchos no lo hacen. Los taxistas ganan más dinero en un día que
un amigo mío en un mes, y eso que fue capitán de la marina cubana y
arriesgó su vida como infiltrado en la CIA. Conozco gente con
doctorado universitarios que eran directivos en medios de
comunicación, oficiales y otros profesionales que han dejado sus
trabajos para poder ganarse la vida haciéndose pagar en cuc como taxistas.

La doble economía y sus negativas consecuencias son tan galopantes que
el gobierno ha permitido que la industria cinematográfica se ocupe de
ese asunto. La película más reciente, Cuerno de la abundancia, trata
de la avaricia y la envidia que provoca la desigualdad. En vez de
sacar esta conclusión, como habría podido esperarse de una película
estatal con orientación propagandística, los espectadores no se dieron
por aludidos.

Pero muchos de los medios no se ocupan de este problema o, al menos,
no ofrecen análisis o soluciones. El diario Juventud Rebelde publica
una columna de quejas de lectores sobre fallos específicos de agencias
e instituciones, que en general fustigan la ausencia de servicios y
compensaciones. También hay unas pocas revistas de pequeña tirada que
a veces profundizan más, como La Gaceta, El Caimán Barbuda o Caminos.

El Centro Memorial Martin Luther King publica Caminos y lo distribuye
en pesos. Puede hacerlo así porque recibe donaciones de gente
solidaria como Pastores por la Paz.

Mientras que la expresión “no cojas lucha” sigue siendo popular,
algunos cubanos están tratando de superar esta actitud
antirrevolucionaria, generada por una sorda estructura burocrática
institucionalizada. El Centro Martin Luther King es uno de los
protagonistas de la lucha contra esa estructura. Su director, el
reverendo Raúl Suárez, es un hombre tan respetado que se ganó un
puesto de diputado en las elecciones a la Asamblea Nacional. Su centro
es una casa comunitaria, gestionada según los principios sociológicos
participativos de Paulo Freire, que trata de estimular a la gente para
que se implique en proyectos que mejoren su comunidad. Pero incluso si
se trata de un progreso, sólo hay ocho de estos centros en toda La Habana.

Los próximos 50 años

Cuando Fidel enfermó y dejó su cargo en el gobierno, Raúl ganó las
siguientes elecciones. Muchos lo consideran un innovador. Ha
acrecentado algunos derechos, como el de que cualquiera que posea
divisas extranjeras pueda importar teléfonos móviles, ordenadores,
coches, etc., y alquilar lujosas habitaciones de hotel. Pero eso no
afecta a la mayoría de los cubanos. Hasta ahora, durante su mandato y
en parte debido a los peores ciclones de las últimas décadas, la
distancia entre los nuevos ricos y un sector relativamente pobre está
en aumento. Hay quienes creen que Raúl llevará al país hacia un
destino similar al de China. Entre los indicios de esta tendencia se
encuentran la atribución de más tierras a agricultores privados; más
incentivos monetarios para productores agrícolas; el aumento de la
edad de la jubilación en cinco años (las mujeres hasta los 55 años y
los hombres hasta los 60); más créditos y aumento del comercio con
China, país al que le compra desde baratijas fabricadas por
trabajadores explotados a modernos autobuses, trenes y toda clase de
productos manufacturados para la energía y las infraestructuras.
El hecho de que Cuba haya sobrevivido a la ira del imperialismo,
mientras que ningún otro país que haya intentado la vía socialista lo
haya logrado (antes de juzgar este detalle debemos observar cómo le va
a Venezuela) es un milagro en sí mismo y una razón para que los
pueblos solidarios del exterior no se desilusionen. Sin embargo, el
70% de la población nació después de 1959 y buena parte de ella exige
más resultados de los que está recibiendo. Esas exigencias no se
pueden aplacar cantando las virtudes de, por ejemplo, la sanidad
universal y gratuita, sobre todo cuando ésta es hoy peor que hace diez
años, y ello debido a que muchos trabajadores del personal médico
están fuera en misión.

El éxito de una revolución exige un desarrollo permanente que pueda
resolver las necesidades básicas de viviendas adecuadas, alimentos y
ropa, porque de otra manera la gente busca soluciones en otra parte,
como lo demuestra el hecho de que tantos cubanos estén emigrando por
motivos económicos. Y los que se quedan están contentos de tener
familiares que trabajan en el extranjero, en tierra enemiga, porque
éstos les envían parte de los beneficios que obtienen en la economía
explotadora del capitalismo. Ésa no es la mejor manera de enseñar a la
gente que el socialismo tiene más virtudes que el capitalismo.

La gente se pregunta, ¿por qué los mejores servicios y la mejor
producción provienen de los que ganan mucho dinero en moneda
convertible? ¿No es esa una prueba suficiente de que la privatización
(el capitalismo) es más eficaz?

La respuesta se encuentra en depositar la confianza en los
trabajadores para que sean ellos quienes controlen granjas y fábricas;
en eliminar la odiada e incompetente burocracia; en insuflar un
auténtico debate y un proceso de decisión democrático. Es de señalar
que ninguna clase trabajadora ha tenido nunca realmente ese poder ni
lo ha ejercido para construir el socialismo (o cualquier otro
sistema). Y la verdadera democracia es imposible sin que las masas
lleven la batuta. Quizá, tal como algunos interpretan las ideas de
Marx, esto no podrá suceder antes de que el capitalismo mundial sea
derrotado y eliminado para que pueda iniciarse la construcción del
socialismo por parte de la clase obrera. Las alianzas nacionales
progresistas que están arraigando en América Latina son un buen signo
de que la supervivencia y el socialismo del futuro crecerán sólo si se
rechaza el capitalismo.

La crisis económica globalizada que se nos viene encima podría ser una
excelente oportunidad para que los trabajadores del mundo se olviden
de cualquier solución capitalista e inicien el proceso de
transformación socialista. Pero eso requiere sacrificio y lucha y
quienes se impliquen correrán el riesgo de la prisión o la muerte a
manos de la policía de las clases pudientes y de soldados traidores.
También se necesitarán fuerzas revolucionarias preparadas. Por
desgracia, mi lectura personal de los tiempos actuales es que la
mayoría de los trabajadores no están preparados, lo cual significa que
para resolver sus problemas inmediatos podrían pasarse a la derecha,
incluso al fascismo. La cultura del miedo con sus guerras terroristas
y su racismo en alza en las instituciones y gobiernos de Europa,
Usamérica y otros lugares podrían llevar al mundo a una nueva era fascista.

Las nacientes alianzas en América Latina son la esperanza de un futuro
de independencia y de un renacimiento y un mejor socialismo en Cuba.

Fuente:
http://theragblog.blogspot.com/2008/12/ron-ridenour-half-century-of-cubas.html

Ron Ridenour nació en USA en 1939, de familia trabajadora. Desde 1960
ha sido activista revolucionario en varios países: USA, Nicaragua, El
Salvador, Cuba, Dinamarca. Su primera manifestación fue contra la
invasión en Playa Girón. Tomó la pluma como una arma contra el
imperialismo. Ha trabajado de periodista desde 1967 en varios países.
He publicado en cientos de periódicos y revistas.

El escritor y traductor Manuel Talens es miembro de los colectivos de
Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la
diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente
a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al
traductor y la fuente.

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