El 14 de julio de 1789 LOS FRANCESES alzaron la voz contra la monarquía absolutista que los aplastaba desde siglos. Explotó la Revolución Francesa al tomar el pueblo de París la Bastilla, una cárcel-fortaleza emblemática en que el poder autocrático refundía al que le diera la gana. En el mundo entero se celebra ese acto de liberación porque tuvo efectos sobre el futuro del planeta, e inmediatos sobre otros países, sobre su legislación y conciencia. Hoy es pues, un buen día para hablar de asuntos libertarios y otros han de pensar lo mismo pues circula un famoso y muy bello documento, presuntamente un discurso pronunciado por un cacique mexicano en Europa en 2002 con el tema de la deuda externa que países americanos le deben pagar a los ricos del Viejo Continente.
Sería bueno dedicarlo a la francesa Christine Lagarde que hoy es la directora del Fondo Monetario Internacional y que tan encantada estaba en Los Cabos de haberle extirpado a México vía Calderón los 10 mil millones de dólares que nos tienen enchiladísimos a los mexicanos. Y cuidado y le pague, madame, a Calderón con un puesto porque ahora sí se le arma si no con las Fuerzas Armadas a las que ha lastimado sin duda, sí con el pueblo que lo detesta como mostró la elección del 1º de Julio 2002.
Christine Lagarde a la que se le conoce como "La más americana de las francesas", estudió parte de su carrera en USA, y después trabajó con un bufete de abogados del que terminó siendo prácticamente la dueña. O sea que esta señora es neoliberal hasta las cachas, pero hoy por hoy Francia su país, es socialista, lo que significa que empezará a sacudirse el ruinoso neoliberalismo y hará migas con los latinoamericanos que estamos hartos. En Los Cabos, el presidente de Francia Hollande se reunió con la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner (con la que fueron hasta groseros, dos candidatos en el momento Peña Nieto y Vázquez Mota a la Presidencia de México) y se reunió también con la presidenta de Brasil Dilma Rousseff.
El discurso
Dedicado quedó pues, este escrito a Christine Lagarde a la que le sería útil leer el documento anunciado:
"Discurso del cacique indígena Guaicaipuro Cuatemoc sobre la deuda e ante la reunión de jefes de Estado de la comunidad europea el 8-2-2002. (Circula por internet con pinta de ser inventado. ¡Ojalá se hubiera pronunciado! Pero es tan bueno que merece la pena reproducirlo. Por supuesto el mensaje del discurso se aplica también a todos los colonialismos europeos en América y su comportamiento con los respectivos nativos y los esclavos negros raptados de África).
"Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace 40,000 años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo 500 años. Aquí pues nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa. El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo.
También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda, en España, 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su séptimo mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano! ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos. ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino a la indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan "MarshallTesuma" para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización. Por eso, al celebrar el quinto centenario del empréstito, podemos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el fondo indoamericano internacional? Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros 'reichs' y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN como en Panamá, pero sin canal. En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el tercer mundo. Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiaria jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del tercer mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre? Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo. Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la firma de una carta de intención que discipline a los pueblos deudores del viejo continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica". Cuando el cacique indio Guaicaipuro Cuatemoc dio su conferencia ante la reunión de jefes de Estado de la Comunidad Europea, no sabía que estaba exponiendo una tesis de Derecho Internacional para determinar la verdadera deuda externa. "Ahora sólo resta que algún Gobierno latinoamericano tenga el valor suficiente para hacer el reclamo ante los Tribunales Internacionales".
Quizás esto pueda suceder ahora que buena parte del planeta comprende que para salvarlo debe cambiarse la distorsionada CONCIENCIA de los terrícolas, sobre todo de los políticamente dominantes.
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