EN RECONSTRUCCIÓN

lunes, 8 de noviembre de 2010

EL MONO QUE MURIO DE TRISTEZA

El dios GEO, dispuso crear una selva en el universo, escogió para ella un mundo llamado TERRA, en la angostura de uno de sus istmos dio creación a una pequeña selva llamada las Unturas, estaba bañada por los mares y con árboles frondosos que agitados por el viento, entonaban hermosas melodías arrullando el oído del dios Geo. Cobijados bajo el verdor y frescura, convivían los animales que armoniosamente disfrutaban de las bondades de la creación de Geo, todo era felicidad, todo era un encanto, refrescaban sus gargantas con el agua fresca y cristalina que fluía del vientre de la madre Terra. Se alimentaban de la variedad de frutas que del ramaje de los árboles se desprendían como mana del cielo y cada uno apaciblemente dormía en sus nidos, cuevas, debajo las piedras y en las grutas de las laderas. Todo era felicidad, cada mañana, las aves cantaban sus trinos saludando un bello amanecer.

Las ardillas saltaban, las hormigas cargaban sobre sus hombros el alimento para depositarlo en las bodegas previniendo el crudo invierno, los olingos, colgados de sus rabos de rama en rama aullaban en los árboles queriendo ensordecer y opacar el canto chillón de la cigarra. Por las noches, no había descanso, se movían por la hojarasca infinidad de animalitos nocturnos en busca de sus alimentos, se escuchaba el croar de sapos y ranas y en el ramaje de aquel inmenso bosque, los búhos, los tecolotes y lechuzas hacían sus agostos cazando ratas y ratones y toda clase de insectos.

No faltaba en aquel ambiente la melodía de los grillos, ni la tenue luz de las luciérnagas que como pequeños faros con sus luces intermitentes abren paso en medio de la oscuridad en busca de la libertad.

En medio del bosque, sobresalía la gigantesca figura de un árbol que dominaba todo el panorama, su tronco de un color negruzco y agrietado desentonaba con el demás verdor de la selva viva, ese árbol que inspiraba el mal, estaba compuesto por veinte ramas con sus copas frondosas que en cierto modo opacaban la luz del sol para las plantas y animales de la selva, el se comía toda la savia de la selva. En una de sus ramas vivía, un curioso mono, al que los animales lo llamaban Micheluc, este mono mediano de estatura, de cabeza blanca, de ojos rojizos de diablillo y con una voz gangosa, pasaba siempre triste y lleno de melancolía al ver que los demás animales en la selva se divertían, en una de sus raíces profundas se anidaba la serpiente de dos cabezas, quien aprovechando la tristeza del mono Micheluc sembró el odio y la envidia y lleno de rencor Micheluc por la inspiración de la serpiente, se propuso hacerle daño a uno de los monos que afanosamente se movía, trabajando y organizando para proveer a los demás la protección para su vivienda, ese mono se llamaba Melo, noche y día recorría las Unturas para dar mucho cariño a sus hermanos animales. A Micheluc el trabajo de Melo, le causaba la ira, la saña, la envidia que la serpiente había infundido y era tanto su rencor, que el sudor y el calor que desprendía , secaba poco a poco la rama del árbol donde el se movía.

Al paso de algunos días para desatar su furia contra Melo, Micheluc convenció a uno de los monos de nombre Meo quien con rama en mano y lleno de maldad golpeaba a los habitantes de la selva, fue Meo quien convenció al tigre y al león que con toda su tropa no les costo mucho, pues Micheluc les ofreció buena paga para realizar la hazaña, de quitarle la felicidad a Melo y a sus selváticos hermanos, así fue como la comunidad comenzó a sentir el rugir de aquella tropa de tigrillos que bajo el comando de Meo y en complicidad con el tigre y el silencio del león golpeaban y mataban a diestra y siniestra, el mono de cabeza blanca se regocijaba del dolor y angustia que sufrían sus hermanos y hacia rugir al león como trompetas que ensordecían toda la quietud, la luciérnaga con una luz en la oscuridad le pregunto a Micheluc ¿Por qué tanto odio, tanta ira, tanta maldad?, ¿Qué te ha hecho Melo?, ¿Qué te hemos hecho nosotros? En sórdida voz Micheluc le dijo: Melo los vende a ustedes a otra selva, se quiere comer sus hijos, nos quiere destruir a todos, la luciérnaga le dijo ¿Es necesario tanta ira para llamarle la atención a Melo? Melo no entiende dijo Micheluc solo me queda para detener su felicidad dar un golpe con mi tristeza, la luciérnaga dijo: “Me quejare en la corte y el congreso de los animales” Micheluc respondió en tono de burla e ironía: jajajajaja me pertenecen todos y ensombrecida por la voz luciferina de Micheluc desapareció en medio de la selva.

Pasaron muchos meses de angustia y jamás el mono de cabeza blanca sintió lastima o dolor, por mas que la cigarra se le acercaba para pedirle explicaciones sobre su ira, este tenia petrificado el corazón y corroída su alma, nunca puso atención a la recomendación de las aves, reptiles y cuadrúpedos que le hacían, estaba ensoberbecido en su odio por el mono Melo.

El dios Geo, al ver la terquedad del mono cabeza blanca, partió los cielos con la decisión de un rayo que destruyo el gigantesco árbol del mal, despareciendo a la serpiente de dos cabezas y con las lagrimas de todos los animales se secaron las raíces del siniestro árbol, cayendo sus copas y permitiendo entrar la luz resplandeciente del universo, Geo dispuso que ante la traición del león, el mono Meo y el tigre fuera el feroz lobo quien custodiara de ahora en adelante la selva y como designio celestial le dijo: Que de repetir la hazaña, la selva destruiría y el mono cabeza blanca al ver que con la ira de Geo no podía, moría de tristeza en una rama del funesto árbol al ocaso del día, mientras que el mono Melo sin rencor saltaba de alegría diciendo libre, libre, libre, en la selva de la armonía.

De la autoría de:
AUGUSTO HERNANDEZ ZAVALA
CARLOS AUGUSTO HERNANDEZ ALVARADO
Carlosaugusto69@yahoo.com

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