por Alejandro Marín (México)
Durante la Historia del Arte, en diferentes momentos, no ha quedado duda del papel fundamental del arte como un factor de emancipación social. Lo social concebido en su acepción integral y no sólo política (aunque también), y el arte concebido... ¿como disciplina? mmm, no; ¿como oficio? no solamente; ¿como ocio? no; ¿como ornato? no; ¿como aditamento? no; ¿como entretenimiento? no; ¿como escuela? mmm, quizá; ¿como modus operandi? mmm; ¿como modus vivendi? si. Este modus vivendi no confundirlo con el modus operandi de los personajes de la farándula, de las "estrellas" de los medios masivos de desinformación, ni confundirlo con lo que supuestamente han sido las biografías de los artistas consagrados por la historia universal. La Historia al ser narrada después de pensada y repensada suele tener un sezgo de idealización hacia el personaje biografíado, pocas narraciones biográficas postmortem escapan de este sezgo. Cuando uno mismo cuenta su historia, la cuenta con cierta amnesia correctiva "inconciente". Los biógrafos usan la poesía y la certera omisión práctica para sublimar a sus ídolos y la descontextualización y el odio perceptual para satanizar a sus biografiados con los que no simpatizan. Así que cualquier historia (oficial y no oficial) contiene esos bemoles.
La noción de arte a la que me refiero abarca más precisamente el proceso de percepción del individuo bajo su fenómeno de individuación (que no individualización) transconectado con su simultáneo fenómeno de socialización. Bajo esta noción toda percepción humana es un fenómeno estético, es decir, involucra a las categorías filosóficas de La Estética. Esta percepción va generando en el individuo, desde su nacimiento, una amalgama de signos que va anidándose en la memoria sensorial del mismo individuo, esta se codifica diferencialmente amen de la reiteración e intensidad de los estímulos perceptuales recibidos (significación de estímulos). A su vez, de modo recíproco, esta amalgama cuando comienza a tener forma autónoma en el individuo va desarrollando una afinidad hacia específicos estimulos perceptuales, empáticos a los estimulos que la originaron.
Esta proceso recíproco perceptual va desarrollando categorías intrínsecas en lo que por ello se llamará el intelecto del individuo codificadas como signos anidados ahora en la memoria abstracta, es decir en la memoria que almacena abstracciones. Estos signos generados a partir del estímulo perceptual exterior forjan la memoria sensorial y posteriormente van forjando la memoria abstracta amen de las repeticiones recibidas de los estímulos perceptuales. Cuando el individuo nombra los sucesos y los fenómenos experimentados, es decir, cuando aprende socialmente cómo se llaman (nombramiento de fenómenos experimentados), estos signos anidados y ahora nombrados forjan la base del susodicho intelecto.
La percepción a menudo es malentendida como "un fenómeno unitario multifactorial que le significa algo al individuo". La percepción no es un fenómeno unitario aunque si multifactorial. Lo que llamamos percepción involucra un complejo sistema dinámico de susesos tanto simultáneos como secuenciados, físicos, fisiológicos, bioquímicos, psicológicos y neuroquímicos que producen eventos formativos y crisoles culturales individuales.
La percepción, la significación de los sucesos y el nombramiento de los fenómenos experimentados otorgaran un valor de verdad y de certeza a aquello que el indivuduo aprenderá como reliadad. La evidente diferenciación social de estas verdades y certezas dará nombre a lo que se conoce como subjetividad. La imposición colectiva de una determinada subjetividad dará nombre a lo que el paradigma gobernante llamará objetividad.
La confusión individual no conciente entre subjetividad y objetividad dará lugar a los estándares contemporáneos de cada época histórica de los conceptos y las ideas de belleza y demás categorías estéticas, así como a los axiomas morales y, junto con otros muchos factores, a los consecuentes e inconsecuentes hábitos sociales.
CONTINUARÁ...
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